martes, 5 de marzo de 2013

The Americans

Una de las ventajas de la tele y el cine es la capacidad que tienen de viajar y mostrarnos, con ayuda de buenos efectos especiales, una realidad que imaginamos o, incluso, será la que vivamos en un futuro. Pero también existe la posibilidad de viajar al pasado, la diferencia es que no habrá mucha extravagancia visual para representar la realidad tecnológica imaginada para el futuro, por lo que la mayoría del entretenimiento recae en el argumento, la forma de contarlo y el mostrar personajes que lleguen a interesarnos. Esta es la tarea de la nueva serie de FX, ambientada, con mucha elegancia, en los años ochenta.  
The Americans tiene una de las mejores secuencias para introducir el argumento de un nuevo programa, a diferencia de muchos otros que plantean un problema y/o situación y le dicen al público en quién confiar y quién es sospechoso, quién es protagonista y villano, explícitamente. Aquí se nos muestra a la pareja principal en una secuencia de acción muy simple, nada de artefactos, solo factor humano, pero está tan bien hecha (excelente montaje y selección de música) que nos deja con ganas de seguir viendo el episodio. ¡Y qué buen episodio!
Phillip y Elizabeth Jennings tienen un hijo y una hija, viven en los suburbios, son la familia americana modelo; pero a través de diálogos bien planeados y de mucho cuidado de parte del espectador, nos damos cuenta que estas personas son, en realidad, espías rusos encubiertos que fueron colocados en Estados Unidos desde muy jóvenes para filtrar información a su país de origen. Sin rastro alguno de acento extranjero (detalle inverosímil pero comprensible), ocultan la verdad a sus hijos quienes nacieron y fueron criados en la "tierra enemiga". Este detalle hace que surjan las conocidas dudas del caso ("¿por qué seguimos pensando que este lugar es tan malo si hemos vivido años aquí y a los niños les ha ido bien?") y, sin ser un matrimonio verdadero, las discusiones que tiene la pareja principal son válidas para que, poco a poco, salga un cariño auténtico entre los dos. Es a través de este aspecto que el programa cobra más fuerza y cómo, con cada episodio, se fortalece la relación que, desde un principio, fue una farsa.
Entonces, a los que tendremos siempre en situaciones de peligro y querremos ver triunfar resultan ser los "malos" de la serie, mientras el FBI intenta bloquear los planes que los rusos esconden con tanto ahínco; pero por esa misma razón es que le doy voto de confianza a The Americans.
Los escritores de la serie saben lo que quieren mostrar y lo hacen con excelencia: la definida dirección del argumento lleva buen balance con el desarrollo -y estudio- de las personalidades que veremos desenvolverse en pantalla. Además, el equipo de producción y del aspecto cinematográfico logran una tarea que parece fácil, pero requiere de extrema atención a los detalles: los escenarios y vestuarios son escogidos cuidadosamente, los accesorios de la época y en la notoria coloración lograda que da la verdadera sensación de estar viendo un programa de los ochenta.