lunes, 24 de marzo de 2014

The Good Wife: Dramatics, Your Honor

Cada cierto tiempo, los escritores de una serie de televisión deciden cambiar la dinámica del curso narrativo eliminando a uno de sus personajes, sea que no aparezca más o asesinándolo.  Las razones de esta decisión varían según los detalles de producción que muchas veces no llegamos a saber, y mientras los escritores deben lidiar con el largo proceso creativo de matar al personaje de manera orgánica, a los espectadores nos toca lidiar con el impacto de la manera más sorpresiva, causando tristeza profunda o un enojo que resulte en renunciar a ver el programa. Infinidad de series han recurrido a muertes repentinas y chocantes: The Walking Dead, por su naturaleza, lo hace siempre; Breaking Bad logró manejarlo muy bien las pocas veces que lo hizo; y Game of Thrones llegó a un extremo tan sorpresivo que estremeció a todos sus fanáticos cuando alcanzó el clímax del año pasado.
El caso de The Good Wife, excelente serie que siempre ha sobresalido con sus historias legales y --más importante-- sus dinámicas entre personajes bien construidos y actuados, es de esos que, cada semana, nos podemos adentrar al pequeño mundo creado y ser testigos de los problemas y ocurrencias para solucionarlos que surgen en las oficinas de los abogados. ¿Quién se iba a imaginar que nos apegaríamos tanto a los personajes que la ruptura del status quo episodios atrás definiría el tan doloroso, pero necesario cambio de las historias en curso? 
Pero nadie había muerto. 
En esa comodidad, nunca pasó por la mente de ningún espectador que uno de los personajes principales y más queridos acabaría asesinado en el momento menos esperado y de la manera más impresionante posible en uno de los lugares tan representativos de la serie: la sala del tribunal.
¿Que el elemento sorpresa es un mecanismo narrativo para atrapar más al televidente? Sí. Pero que la pérdida duela tanto por haber conocido a este personaje durante cinco años es digno de ser mencionado por el impacto tan grande que causó The Good Wife en su último episodio. Un acto espontáneo de violencia es posible, a pesar de tener efectos obvios de melodrama para televisión, no se le puede quitar la bien manejada intensidad durante los últimos diez minutos de episodio: pasar de asombro, a negación, a esperanza y, por fin, al reconocimiento de que en realidad sucedió. Una tragedia así suele olvidarse rápido en televisión; en The Good Wife, no cabe duda de que el futuro de los personajes será marcado por este evento y que cambiará de nuevo la dinámica de la serie, pero esta vez no a nivel narrativo, sino de profundidad de personajes, donde entenderemos las reacciones de cada persona ficticia y nos identificaremos con ellas por el simple hecho de entender la pérdida de alguien cercano. Ese es el resultado de años de conocer a estos personajes y vivir tan intensamente (al menos en mi caso) cada pequeña historia que el programa ha mostrado.
Pocas series logran representar en pantalla las repercusiones que trae la muerte, aunque ninguna que haya visto este Hablador de Tele ha sido tan real como la muerte de Will Gardner.     


  

miércoles, 5 de marzo de 2014

Orphan Black


Es difícil que una serie de ciencia-ficción tenga éxito en televisión. Se le podría echar la culpa al
presupuesto porque muchas veces estamos ante la errada impresión de que solamente con efectos especiales reconocemos que sea ciencia-ficción, pero es la historia misma que debe sostener un buen argumento, sea cual sea el género.
El caso de la serie canadiense Orphan Black es uno de los pocos donde se puede alabar el uso de los efectos especiales para crear un verdadero truco visual que, además de estar justificados, llena de vida el argumento inicial de la serie y sus diferentes historias a través de la temporada. 
No es posible explicar una sinopsis inicial de la serie sin revelar el detalle más importante que se revela hasta el tercer episodio, pero al llevar tanto tiempo de haber terminado su primera temporada y a poco tiempo del estreno de la segunda, no habrá problema en mencionarlo.
Sarah Manning, joven rebelde y sin hogar, se topa con una mujer idéntica a ella y presencia su suicidio lanzándose frente al tren subterráneo; Sarah asume la identidad de esta mujer y debe enfrentar las consecuencias mientras más se apodere de su nueva falsa "personalidad". Lo que no sabe es que existen más personas iguales a ella: son sus clones.
Más allá de ser una simple trama de ciencia-ficción, Orphan Black se centra en los conflictos (internos y externos) de sus personajes que, a pesar de ser pocos, logran una complejidad interesante para una serie pequeña como esta. Sobresale grandemente la impresionante Tatiana Maslany, ella debe darle vida a unos cuatro personajes diferentes (las clones) y logra darle personalidad propia a cada uno sin que se note mucho esfuerzo; cada vez que aparecen juntas, uno olvida que es la misma persona, estamos viendo personajes bien construidos y muy bien representados, aspecto que se lleva el aplauso de muchos críticos (incluyendo el mío). Lo mejor es que no se detiene ahí: la evolución que tienen hasta los personajes masculinos fluye conforme pasan los episodios y avanza la trama, se complica, pero alrededor de sus personajes y sin que haya mucho desliz de historias secundarias innecesarias, todo vuelve al tema de la controversial clonación y la interesante manera de tratar el tema.
Con solo diez episodios, por su evidente complicada manera de filmar, Orphan Black está entre las mejores series del año pasado y, al no haber estrenado en latinoamérica, no se pudo colar en las lista de este blog. Pero, al encontrarla en Netflix y con el estreno de la segunda temporada en abril, no podía dejar de ser una de las recomendaciones con más entusiasmo que hará este hablador de tele.  

domingo, 2 de marzo de 2014

Premios Oscar 2014

Cada año, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas escoge una fecha estratégica para transmitir lo que puede ser la noche más extravagante y superficial de la industria del cine. Esta vez, por las olimpiadas de invierno en Rusia, los famosos premios Oscar llegan más tarde de lo acostumbrado, cuando ya la especulación deja de ser interesante y se vuelve más un "qué termine esto ya".
¿Por qué le ponemos tanta atención a esta ceremonia específica cuando ya no habrá ninguna sorpresa o -peor- no se le dará el premio al verdadero merecedor? No pienso intentar responder eso porque, de nuevo, aquí estaremos el próximo año quejándonos de lo mismo y especulando sobre la siguiente persona que agregue "ganador o ganadora del Oscar" a su currículum.
Pero aquí hablamos de tele y como espectáculo televisivo y entretenimiento de noche de domingo, los premios Oscar de este año resultaron, para mi sorpresa, muy agradables y entretenidos. Ellen Degeneres fue el común denominador de los mejores momentos de la noche con su carisma y simpatía durante casi toda la transmisión; porque ya cuando debían terminar, todavía faltaban seis premios por entregar y no había tiempo para más bromas ingeniosas. Pero qué buenas bromas logró DeGeneres las primeras dos horas. Desde su cierre de un buen monólogo ("Posibilidad número uno: 12 Years a Slave gana mejor película, posibilidad número dos: todos ustedes son racistas.") hasta la mejor parte de la noche cuando decidió llevar verdadera pizza que repartió entre Brad Pitt, Meryl Streep, Julia Roberts, Jennifer Lawrence y otras celebridades, lo que fue -me atrevo a decir- uno de los mejores momentos en la historias de los premios. Basta con ver la foto (selfie) que se quiso tomó más adelante con los actores que estaban sentados en primera fila:

El resto transcurrió con normalidad y sin muchas sorpresas; uno que otro discurso resultó muy agradable de escuchar y la genuina felicidad (a veces, nerviosismo) de los ganadores de los premios menos populares resultó de una frescura inesperada, cosa que casi nunca pasa.
Un problema grande fue el anunciado "tema" de súper héroes en las películas que no fue parte de lo que pudo ser una excelente narrativa a través de la noche; en cambio, los montajes de películas pasadas que hacían "honor" a esos héroes no fueron más que una recopilación de videos que salían de la nada y no llegaban a ningún lado, pérdida de tiempo. Por otro lado, mientras que las cuatro canciones nominadas, que fueron interpretadas en vivo, resultaron muy agradables y, sin duda, justificadas, las de Bette Midler y P!nk no fueron más que una extraña decisión de los productores que estoy seguro se arrepintieron de haberla tomado al ver que atrasaban todo y sin necesidad.
Al final de la noche, ni siquiera cortaron para comerciales; los tres premios más importantes se fueron, uno tras otro, sin mayor sorpresa y con el mejor discurso de parte de Cate Blanchett.
A pesar de tener cero sorpresas, varios deslices y una duración excesiva, los Oscar de este año (en gran parte gracias a Ellen), lograron lo que muchos nunca llegaron a alcanzar: hacernos disfrutar. ¿No es ese el punto?
Nos vemos el próximo año.