viernes, 19 de diciembre de 2014

Las mejores series del 2014

Al hacer esta lista, más de veinte opciones llegaron a ser parte de un tipo de "ronda final" en mi mente por tener buena calidad de historias y personajes que valieran la pena considerar como mejores del año. Por lo que, a duras penas, logré escoger diez que mantuvieron una excelencia en episodios, semana a semana y a través del año. Resultan las más consistentes y con cualidades propias que las hace muy diferentes entre sí, pero no dejan de disfrutarse grandemente. Fue entonces que este año ni siquiera me atreví a ordenarlas del uno al diez, porque varias merecerían el primer puesto por una u otra razón que estaría correcta en cualquier discusión sobre cuál puede ser la mejor. Así que les presento las diez mejores series del 2014 no compitiendo entre sí, sino en un neutral orden alfabético. (Para ver la imagen, hacer clic en cada título.)

The Americans
The Comeback
Fargo 
Girls
The Good Wife
Hannibal
The Leftovers
Looking
Louie
Orange Is The New Black

Menciones honoríficas: Olive KitteridgeThe Fall y Please Like Me

Opciones que quedaron fuera de los primeros diez espacios pero vale la pena darles una ojeada (marcadas con * son las que casi quedan con un puesto en la lista principal):
-The Affair*
-Game of Thrones
-Getting On*
-Homeland
-Jane The Virgin*
-The Knick*
-The Legend of Korra
-Mad Men
-Mom
-Outlander
-Penny Dreadful
-Rectify
-Shameless
-Silicon Valley
-Transparent
-Veep
-The Walking Dead*
-You're The Worst

martes, 16 de diciembre de 2014

The Newsroom: tercera -y úlitma- temporada

La colección de montañas rusas que había sido The Newsroom, sus puntos altos y bajos, sus ridículos personajes, sus monólogos y aberrantes declaraciones pueden ser olvidadas.
Los últimos dos minutos del último episodio de toda la serie, "What Kind of Day Has It Been", demostraron todo lo que pudo haber sido, todo lo que pudo haber conseguido y hecho bien: el seguir, en las buenas y en las malas, al grupo de periodistas que trabajaban para producir las noticias de las nueve. Durante dos -solo dos- muy bien construidos y entretenidos episodios de su última temproada, The Newsroom llegó a ser algo decente, con vida propia y de diálogos que valía la pena ver, aunque siempre parecidos a un sermón condescendiente. 
Pero quiso ser más que eso. The Newsroom fue y no fue, porque con cada buen movimiento que hacía, tres malos lo borraban con cada nueva escena que pasaba. Personajes, historias y diálogos estuvieron bajo una sola voz que creyó estar segura de todo lo que ponía en papel para ser dicho frente a las cámaras, un creador que decidió no escuchar consejos o críticas de lo que hacía mal o, en todo caso, de lo que hacía bien: Aaron Sorkin.
La necesidad de darle esos monólogos condescendientes y prepotentes a todos y cada uno de sus personajes hizo torcer los ojos más de una vez, pero ¡qué entretenidos que podían llegar a ser! Una rapidez y cuidadosa elección de palabras que jamás se vería en la vida real; un fácil enganche para hacer de las historias algo más que una crítica a los noticieros sobre cómo tenían que infromar a los televidentes los sucesos de importancia. Tal vez el error de Sorkin fue moldear personajes e historias donde solo existiera el bien y el mal, donde generalmente los hombres -blancos- tienen la razón y las decisiones o explicaciones finales, a pesar de contar con importantes voces femeninas (claro, siempre de diálogos sorkinianos).
Tal vez el error de Sorkin fue intentar intervenir en temas que no debían ser tocados (una aberrante y perversa conversación sobre la violación de una chica que no está en desacuerdo de enfrentar a su atacante en televisión, por ejemplo).
Pero es que, ante todo y a excepción de los dos primeros, los episodios de esta última temporada fueron un completo desastre narrativo. Cada acción salía de la nada y las relaciones de pareja no resultaron creíbles o desarrolladas orgánicamente. Lo que dejó una evidente aceleración de acontecimientos para un final apenas aceptable.
Solo Sorkin sabe qué rayos quería decir o lograr al crear The Newsroom; no creo que haya pensado en la cantidad de artículos que se dedicarían a sobreanalizar escenas específicas que él escribió, pero si la idea era solamente que se hablara de su serie, lo consiguió. 
Dijo Emily Nussbaum (The New Yorker) que al intentar analizar una serie de Aaron Sorkin, uno mismo se convierte en uno de sus personajes y comienza a hablar (escribir) muy rápido y convencido de saber qué es lo realmente correcto. Y heme aquí trayendo abajo una serie que disfruté hasta el final pero porque sus fallas la hacían interesante de ver y analizar, y monologando sobre lo que creo que es mejor o peor, mientras me pregunto si, tal vez, criticamos porque todos tenemos algo de lo pretencioso que estos personajes mostraron hasta el último momento que estuvieron en pantalla.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Olive Kitteridge

Al final del tercer episodio de la excelente miniserie de HBO, Olive Kitteridge, la personaje principal, Olive, se dice: «¿quién demonios creo que soy?», una pregunta que hace desmoronar todo lo que habíamos visto o creíamos de ella; antes de llegar al final, ella misma no sabe por qué hizo todo lo que hizo, por qué dijo todo lo que dijo.
Verán, Olive vive con su esposo, Henry, en un pueblo ficticio de Maine. Él es amable y cariñoso, siempre atento; ella es fría, tajante y con todo lo que dice logra hacer sentir mal a cualquiera. El más afectado por esto es su hijo, quien prefiere no hablarle a su madre por temor a que lo haga sentir como basura humana. Eso es una simple pincelada de lo que nos ofrece Olive Kitteridge, que más allá de la muestra de vida en un pueblo pequeño y alejado de la ciudad, es el viaje interno de estos personajes en varias historias pequeñas de duración, pero no así en profundidad.
El foco de atención principal no es siempre la personaje del título, oscila, pero ella siempre está presente, como cuando a veces, por un momento, dejamos de ser los protagonistas de nuestra propia historia porque estamos demasiado ocupados y distraídos por lo que sucede alrededor, pero eso no deja que nos perdamos de vista y regresemos a lo que nos hace ser nosotros, y es ese mismo mundo en el que vivimos y debemos soportar, en las buenas y en las malas.
Ni uno de los acontecimientos que giran la historia en otra dirección se sienten forzados, más bien sirven para desdoblar cada personaje de manera inesperada pero totalmente orgánica, partiendo de la personalidad inicial y creciendo poco a poco, como los sucesos inesperados que nos marcan en la vida. En cada esquina de la miniserie hay detalles que la hacen especial, formales y de contenido, lo que la hacen imperdible. Y, a la vez, el sin sabor que puede dejar luego de terminado cada episodio vale la pena para pensar que, en cualquier momento y con cualquier cosa, sin que nos demos cuenta, algo puede cambiar dentro de nosotros, aún cuando algunos aspectos de la realidad externa queden igual a como estaban antes, para bien o para mal. 
Eso es Olive Kitteridge: sobrevivir las muchas y aveces muy entrometidas dificultades de la vida.