jueves, 29 de enero de 2015

Wes Anderson diseña, construye y le da vida a The Grand Budapest Hotel

Ya no es totalmente desconocido el curioso estilo del director Wes Anderson, su particular manera de crear desde cero un filme emociona a sus más fieles seguidores y aquellas personas que apenas lo van conociendo. Sucede porque es su más reciente película, The Grand Budapest Hotel, que obtiene nueve nominaciones al premio Oscar y llega a colarse en más salas de cine de lo esperado (un año después de su estreno en Estados Unidos). Un estilo que para muchos no es del todo disfrutable, por lo que refleja un miedo a que sea un fracaso en taquilla. Por suerte, lo contrario sucedió.

Resulta un caso especial The Grand Budapest Hotel, porque es, como ya muchos han dicho, el filme más “andersoniano” de todos. Su atención a los detalles, cuidadosos movimientos de cámara, simetría en cada encuadre y ensamblaje de cada escena solo podrían haber sido logradas por este formidable director de 45 años.

En un mundo donde la avaricia y codicia humana son los principales personajes de esta “barbárica civilización”, al espectador le toca seguir a dos almas que todavía conservan una fundamental humanidad. Gustave H. y Zero son los dos héroes desiguales que llegan a complementarse para triunfar ante las injusticias de la justicia, al punto de sentir cariño y respeto entre sí; eso sin dejar de verse impecables ante los huéspedes que se quedan en la magnífica institución que es el Gran Budapest.

La nostalgia por un lugar que alberga los mejores recuerdos de estos dos personajes es la clave en esta historia, donde cada rincón guarda bueno y malos momentos en la vida de alguien y donde el sentimiento, por más que decaiga la estructura, sigue ahí incluso después de su época dorada.
Con la soberbia puesta en escena del hotel se entremezclan a la perfección música, coloración, fotografía, montaje y excelentes actuaciones, conformando las partes de un conjunto magnífico y admirable, pero que fácilmente podrían funcionar como mil historias pequeñas por sí solas; así de minucioso es el mundo que crea Anderson. Cada truco o broma visual aporta al resto de la película que se desarrolla con fluidez e ingenio.

Se creería que por poner tanta atención a los elementos formales y de estilo, la historia quedaría rezagada a segundo plano. No es ese el caso. Más bien, cada detalle estético permite que los detalles narrativos destaquen de la manera que solo Anderson sabe. Sus películas podrían parecer cuentos infantiles, pero, al igual que una fábula, manejan una madurez importante que no cualquier director sabe transmitir.

Como edificio y como filme, Wes Anderson diseña, construye y le da vida a The Grand Budapest Hotel para que sea saboreado por sus admiradores y recordado entre la mayoría del público para que, así, pueda seguir dándonos su atrevida y peculiar visión durante muchos años más. 

5 comentarios:

  1. Arajooooooo, bienvenido al club de críticos de cine.

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  2. Uy compitiéndole a DW y La huella del ojo. Animoso eres bello.

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  3. Ve, Pochita, ahorita Sergio me deja sin trabajo.

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  4. Bien por su crítica de "La teoría del todo": valorativa, informativa, definido punto de vista y agradable de leer.

    http://badhairdays.net/2015/02/03/el-triunfo-de-la-vida-es-el-triunfo-de-the-theory-of-everything/

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  5. Si dan clic a letras azules arriba pueden leer la crítica de cine de don Sergio que mencioné en mi comentario anterior. Att. wílliam venegas

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